He aquí el primer libro de poemas publicado por Franz. Son versos de poeta interior que, bordados en cendales y dormidos en camastros, refulgen como cartuchos pulidos de escopeta. Su editor literario, Francisco León, los denomina archipoemas. Entre pedregales y aljarafes, rodeado de aforismos, Martins, ese soñador antiguo, pasea y rima sus memorias, mientras ladran perros, sisean serpientes y sombrean nepturas.
He aquí el primer libro de poemas publicado por Franz. Son versos de poeta interior que, bordados en cendales y dormidos en camastros, refulgen como cartuchos pulidos de escopeta. Su editor literario, Francisco León, los denomina archipoemas. Entre pedregales y aljarafes, rodeado de aforismos, Martins, ese soñador antiguo, pasea y rima sus memorias, mientras ladran perros, sisean serpientes y sombrean nepturas.
«Escribo poesía por la misma razón que juego al ajedrez», dice Manuel Martins, «para no pensar más que lo justo, y para no tratar más que con abstracciones, que las gentes me apenan con sus brutalidades».
«Escribo poesía por la misma razón que juego al ajedrez», dice Manuel Martins, «para no pensar más que lo justo, y para no tratar más que con abstracciones, que las gentes me apenan con sus brutalidades».
—Colección Atelier—Formato: 10 x 20 cm—ISBN: 978-84-946897-2-7—Nº de págs: 72—Precio: 7 €
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«El tono de los poemas del decadente cazador Martins, responde a un extrañamiento que mantiene un pie en lo irracional y otro en lo vulgar, creando una mezcla eléctrica y sorprendente» —Vicente Luis Mora
