Descubro a Dambudzo Marechera

Así, como quien no quiere la cosa, escucho un podcast en el que le preguntan a China Miéville sobre los libros de su vida, más o menos—los libros que le han hecho ser quien es o escribir como escribe, o algo así. Dado su entusiasmo al describirlos, tales libros son fascinantes. Creo que fue Vargas Llosa quien dijo que «un escritor es, ante todo, un lector». China confiesa, sin embargo, que pertenece a una generación profundamente influenciada por… la música. Su generación es la mía; tiene toda la razón. La música es un ingrediente literario más y, por supuesto, también el cine. Él piensa que, en principio, entre los libros que le han hecho ser quien es, los de no ficción, los de teoría política y social, tienen mucho peso; pero no siente que sean los libros del alma. China ha dibujado desde niño y el arte visual le ha inspirado siempre: ilustración, cómics, también pintura…
El primer libro de su vida es The Tale of Mr. Jeremy Fisher, de Beatrix Potter. Concretamente la página 40, donde un monstruo submarino casi le come una pierna a Jeremy. Todavía permanece en su evocación el atávico temor que le producía la lectura de ese pasaje. Como todo amante del género fantástico, siempre se ha sentido atraído por sus propios miedos y todavía saborea el recuerdo infantil de la obra de Potter, en realidad perversa. China se reconoce fiel a sus obsesiones en la ficción: monstruos, pulpos, naves espaciales; y «no tanto las ranas como los peces que hay debajo…».
Su segundo libro también está ilustrado: Une semaine de bonté, del pintor surrealista Max Ernst. Un collage casi sin narrativa, con muy pocas palabras, pero «con unas imágenes extraordinarias». Incluso la ambigüedad de la narración evoca la cromática percepción visual:
Monday. The element: water / Example: water /What do you see? Water / What color is this water? The color of water
Cuando China tenía 17 ó 18 años viajó a Egipto y a Zimbabue. En Egipto leyó libros «que en otras circunstancias no habría leído». Por ejemplo, él no estaba interesado en las novelas románticas y nunca se había sentido atraído por Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Dice que «no es que quiera ser irrespetuoso con Cumbres borrascosas, [pero, para él] Jane Eyre no tiene rival». Este libro tan pasional y furioso le marcó profundamente; podía sentir el temblor de su narradora, sus tensas riendas a punto de desbocarse, esa inaccesible ‘caja negra’ que el lector intuye… Porque en Cumbres se sabe lo que va a ocurrir, pero en Jane Eyre, no: en la escena en la que, hambrienta, ofrece sus guantes a cambio de un mendrugo de pan, pensamos que la oferta será aceptada, qué tontería, pero… ¿para qué podrían servir esos viejos guantes?
Y en Zimbabue descubrió, y ahora yo descubro, a Dambudzo Marechera. Fue la portada de su libro Mindblast lo que le atrajo, porque pensó que se trataría de ci-fi zimbabuense. Pero resultó ser un libro de relatos, ensayos y… poesía. Para China fue una excepción en cuanto a lo de la poesía. Define a Marechera como «un poeta punk, solipsista, gótico modernista y filósofo». Casi nada. Parece que es bastante difícil encontrar la obra de Marechera en Inglaterra; se habla de novelas perdidas; que sólo existen por sus reseñas. A continuación, un fragmento que se clava en el lagrimal del ojo:
I was mesmerized by books at a very early age. I found my first one, ‘An Illustrated Children’s Enciclopaedia’ at the local rubbish dump where the garbage from the white side of town was dumped every day, except Sundays. You never knew what you’d find in that rubbish dump. Broken toys, half eaten sandwiches; comics, magazines, books. One brilliant morning I found what I thought was a rather large dove. But in touching it, I discovered it was a baby. Dead. Rotten
Marechera, enfermo de SIDA, falleció en 1987, vagabundo en las calles de Harare. Se había cuestionado, desde su nacimiento en el gueto, todas las formas de autoridad con las que tropezó. Desde 1965, bajo el régimen represivo de minoría blanca de Ian Smith, Zimbabue estuvo en estado de guerra civil perpetua hasta que se creó la República, en 1979. Marechera encontró en la lectura una vía de escape a la violencia que le rodeaba (ya nos ha contado que encontró su primer libro entre los restos…). Le concedieron una beca para estudiar en la Universidad de Rodesia, pero fue expulsado del campus por participar en las revueltas del 73. Pronto ganó otra beca extraordinaria, nada menos que para estudiar en Oxford.
Sin embargo, no se adaptó bien a la estricta tradición académica del lugar. Los litros de alcohol que se bebía, ya por aquel entonces, acentuaron su personalidad rebelde y su comportamiento errático; tras varios incidentes, en su última fechoría ¡intentó prenderle fuego al New College! Le ofrecieron un tratamiento psiquiátrico o la expulsión, y eligió lo segundo. Se instaló en una tienda de campaña a orillas del río Isis, en Londres, donde escribió The House of Hunger, la colección de ocho relatos y dos poemas, entre los que se incluyen los tres cuentos publicados por FRANZ bajo el título de Hombrespez.
Su estilo à la Rimbaud y sus historias atormentadas de división racial y cultural, levantamientos políticos y violencia fueron premiados con el Premio Guardian a la Primera Novela en el año 1979. Dambudzo Marechera se presentó en la ceremonia de los premios vestido con un encedido poncho rojo y se dedicó a lanzar porcelanas, sillas y acusaciones de hipocresía a los demás escritores. Regresó a la recién liberada Zimbabue, justo después de la publicación de su novela surrealista Black Sunlight. Ni siquiera su talento y reputación le salvaron de su tendencia autodestructiva; como todos los héroes trágicos, fue también víctima de sí.