La refracción de la luz magnetiza cada una de las partículas elementales: así el amor, las sensaciones térmicas, lo que la memoria conserva o deja ir, los rituales, los distintos fenómenos electromagnéticos...
joseagustín hayadelatorre
El ambarino libro de Víctor Bermúdez está inspirando a escritores y artistas. Por su carácter mestizo entre expresiones creativas y conocimiento, entre mente y materia, entre sonido y lírica. Todo converge en la iridiscencia poética de Del electrón el ámbar.
Arte · Fotografía · Luz Melanie Sommerfeld
AMBADRON // ELEKDRONApuntes sonoros para Del electrón el ámbarHugo Milhanas Machado —aka MONTEFERRO
Incandescente y magnético
El ámbar, expresión y metáfora electromagnética, es aquí la sustancia que ha elegido el poeta para iluminar su lírica de la percepción, la sensación y el conocimiento. La luz y la materia, la potencia gravitacional y el sonido, la palabra y la pintura, la razón y la erótica, todo converge en la iridiscencia de Del electrón el ámbar. Víctor Bermúdez (Mexicali, 1986) ha escrito un poemario intuitivo y complejo que aborda la existencia como “una constelación” que “se expande dentro”. Su poesía entronca con la tradición mística que surge de un espacio imaginario no temporal; porque aquí el tiempo ha desaparecido y se ha hecho conciencia de poeta: de sí mismo, del amor, de los demás seres y del universo enigmático.
El ámbar, expresión y metáfora electromagnética, es aquí la sustancia que ha elegido el poeta para iluminar su lírica de la percepción, la sensación y el conocimiento. La luz y la materia, la potencia gravitacional y el sonido, la palabra y la pintura, la razón y la erótica, todo converge en la iridiscencia de Del electrón el ámbar. Víctor Bermúdez (Mexicali, 1986) ha escrito un poemario intuitivo y complejo que aborda la existencia como “una constelación” que “se expande dentro”. Su poesía entronca con la tradición mística que surge de un espacio imaginario no temporal; porque aquí el tiempo ha desaparecido y se ha hecho conciencia de poeta: de sí mismo, del amor, de los demás seres y del universo enigmático.
Y también se ha hecho música: ha quedado suspendido extático en las melodías contemporáneas que introducen cada poema, cuya resonancia es eco de memoria. Como bien ha escrito la filósofa Elixabete Elitxabeste, cada pieza sonora ha sido “convertida en símbolo” de experiencia, en geometría musical, así como el canto del poeta le parece al también poeta joséagustín hayadelatorre una complementariedad a la vez oscura y lumínica, reconocible e incógnita. “No se trata de un idioma babélico”, insiste hayadelatorre, “sino que la palabra combustiona por sí misma en el verso, cuya intensidad [incandescente y magnética] nos atrae”.
Y también se ha hecho música: ha quedado suspendido extático en las melodías contemporáneas que introducen cada poema, cuya resonancia es eco de memoria. Como bien ha escrito la filósofa Elixabete Elitxabeste, cada pieza sonora ha sido “convertida en símbolo” de experiencia, en geometría musical, así como el canto del poeta le parece al también poeta joséagustín hayadelatorre una complementariedad a la vez oscura y lumínica, reconocible e incógnita. “No se trata de un idioma babélico”, insiste hayadelatorre, “sino que la palabra combustiona por sí misma en el verso, cuya intensidad [incandescente y magnética] nos atrae”.