«Si esto sirviera para hablar del libro / sabríamos nosotros, tan delebles / regresar a ser páginas, no trizas»
Desde la frágil artesanía del espíritu
En el año 2020, para siempre definido por la pandemia, Gonzalo Sánchez-Terán necesitó regresar a la cordura y la palabra de un diario de poemas, preocupado por que las circunstancias y el confinamiento nos hubieran podido «empequeñecer de luz y ámbitos». Como experto en crisis humanitarias, el poeta nos invita a reflexionar sobre las sombras que atenazan a muchos, también en los tiempos ahora llamados normales. Pero, por encima de todo, lo que realmente le preocupa, es el dolor de los demás, de ahí que le gustaría que convirtiéramos lo extraordinario del virus en un ágora, en un ímpetu, para que lo ordinario de los males humanos dejara de serlo por el convencimiento, compasión y coraje de todos.
En el año 2020, para siempre definido por la pandemia, Gonzalo Sánchez-Terán necesitó regresar a la cordura y la palabra de un diario de poemas, preocupado por que las circunstancias y el confinamiento nos hubieran podido «empequeñecer de luz y ámbitos». Como experto en crisis humanitarias, el poeta nos invita a reflexionar sobre las sombras que atenazan a muchos, también en los tiempos ahora llamados normales. Pero, por encima de todo, lo que realmente le preocupa, es el dolor de los demás, de ahí que le gustaría que convirtiéramos lo extraordinario del virus en un ágora, en un ímpetu, para que lo ordinario de los males humanos dejara de serlo por el convencimiento, compasión y coraje de todos.
En Si esto sirviera para hablar del río, Sánchez-Terán nos abre la puerta del alma de par en par, nos convoca a «habitar donde lo humano», en las ideas, en la libertad y, desde la «esencia inevitable del bien», desde «la frágil artesanía del espíritu», confinar distancias, guerras, fronteras, crisis y pestes.
En Si esto sirviera para hablar del río, Sánchez-Terán nos abre la puerta del alma de par en par, nos convoca a «habitar donde lo humano», en las ideas, en la libertad y, desde la «esencia inevitable del bien», desde «la frágil artesanía del espíritu», confinar distancias, guerras, fronteras, crisis y pestes.