“La ficción es una rama de la neurología”

En opinión de J. G. Ballard, autor de la frase que FRANZ tiene como lema, los asistentes electrónicos, en especial los ordenadores domésticos, iban a favorecer la migración interna, es decir, la renuncia a la realidad.

«El mundo real ya no va a consistir en las cosas que hay afuera, a tu alrededor, sino en las que están dentro de tu cabeza…»

Eso dijo. En cualquier caso, la tercera migración fueron los libros. Su gran ventaja es que no te exigen que renuncies a nada: ni al exterior, ni al interior, ni a los ojos, ni al olor, ni a la pasión. Ni a la posesión, la prohibición, la quema.

Ni a dejarlos prestados para siempre.

Cuenta la leyenda que un editor que recibió el manuscrito de la famosa obra de Ballard, Crash, bramó:

«Este autor está más allá de la ayuda psiquiátrica… ¡No lo publiquen!»

Ya sabes que es lo mejor que te puede decir un editor…; ahora la novela es un clásico de culto. Crash describe una subcultura obsesionada por los accidentes automovilísticos, es decir, tecnología más psicología; una ficción que nace de la disección patológica, de la contradicción entre la brutalidad y el juego, del abismo del espacio interior, mientras en el monótono espacio exterior flotan astronautas.