Doce de los poetas más representativos de las Azores, seleccionados por el poeta canario Melchor López y el poeta azoriano Urbano Bettencourt, se reúnen en Californias perdidas, una muestra que empieza en Antero de Quental (1842-1891) y recorre unos 150 años hasta culminar en la obra de Emanuel Jorge Botelho (1950). El título hace referencia a un verso de Pedro da Silveira, «californias perdidas de abundancia» y le da el tono brumoso, irreal y desolado que caracteriza la poesía de estos autores azorianos.
Porque la isla es un territorio del que no se puede escapar —al mismo tiempo realidad y ficción, frontera y horizonte—, la conciencia se acentúa, se ahonda y se mitifica. Melchor López alude a «un psiquismo melancólico atravesado por las herrumbrosas rejas de la lejanía y la soledad», lo que Jose Martins Garcia denominó «signo insulado». Se trata de una poesía en función del paisaje, que, de tan extremo, estimula el lenguaje y la imaginación de quien busca el refugio del poema.
Además de Antero de Quental, Jose Martins Garcia, Pedro da Silveira, Urbano Bettencourt y Emanuel Jorge Botelho, completan el elenco de poetas Emanuel Félix, Natália Correia, Vitorino Nemésio, Roberto de Mesquita, Eduíno de Jesus, Santos Barros y Álamo Oliveira. Desde una de esas «zonas ultrasensibles de la tierra», sus poemas han encontrado a los traductores más afines en otro de los archipiélagos macaronésicos, las Islas Canarias, siendo muchos de ellos discípulos de Andrés Sánchez Robayna y su Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna.