Poemario oceánico, tan bello como uno de esos arrecifes de coral que refulgen en el mar del Caribe. Sin embargo, entre los corales se intercalan naufragios, huesos hechos arena, terrores, siglos, «sangre salada», infamias. Haz islas de todos nosotros nos sumerge en la trata de esclavos trasatlántica, la precariedad económica actual e incluso el turismo abrumador, entretejiendo una resonancia significativa entre la percepción del archipiélago paradisíaco y sus confidencias abisales. Traducido con instinto de filigrana y cultivado oficio por el poeta Adalber Salas Hernández, el poemario es estremecedor. Provoca «estrellas de acero» en las entrañas con una potencia lírica que alcanza la mente y el cuerpo del poeta y su lector: «hasta que ya no puedo pensar que / soy de nuevo: poesía de carne y hueso».